sábado, 27 de septiembre de 2008

ME PICO UN ALACRAN EN LAGUNILLAS DE MERIDA EN VENEZUELA

ME PICO UN ALACRAN EN LAGUNILLAS DE MERIDA EN VENEZUELA

Siempre me sentí bien en el pueblo de Lagunillas, allí estuve a salvo de las vicisitudes y vaivenes de la vida, todo lo malo de la vida lo compensaban las múltiples emociones y maravillosas oportunidades que para la diversión y el disfrute ofrecía el lugar. El pueblo se encontraba en un área con clima cálido, seco y semidesértico ideal para la reproducción de innumerables especies de insectos, arácnidos, coleópteros y lepidópteros; de los arácnidos se conseguían arañas, alacranes y garrapatas.
Una de mis distracciones consistía en que a media mañana recorría la campiña y alrededores del pueblo en búsqueda de alacranes debajo de piedras troncos y huecos; caminaba por las espaciosas sabanas allí conseguí varios tipos de alacranes, unos pequeños marrón claros otros más grandes y marrón oscuro, la picada de este animal es intensa y en algunas personas que son alérgicas les produce reacciones fuertes que puede llegar hasta el colapso mortal.
Los aborígenes de Lagunillas de Mérida utilizaron diferentes materiales para la práctica de la medicina naturista que por siglos se trasmitió de generación generación, sus prácticas curativas estaban asociadas a las funciones religiosas y mágicas de sus sacerdotes o mohanes. Eran expertos en la preparación de bebedizos a base de hierbas medicinales, cuyas virtudes curativas conocían a perfección. Poseían conocimientos ancestrales para reducir las lujaciones y provocar la soldadura de los huesos rotos, logrando en otros casos curaciones que hoy día sorprenderían.
Mi origen humilde me permitió disfrutar la experiencia de habitar en un bohío, construcción de origen prehispánico que se comenzaba sobre base de piedras, las paredes se erigían con carruzos y madera, el marco en el que se vaciaba barro y piedra apisonada, sobre estas se sustentaba el entramado de madera para formar el techo, sobre el entramado se coloca el techo de paja formado por fajas de paja entrelazados con alambre. El piso era de tierra apisonada, en esta choza tuve el privilegio de nacer, mi madre sobre una estera asistida en el parto natural por mi Nona, parturienta con muchos años de experiencia, que asistió el alumbramiento de muchos niños en el pueblo.
Estaba durmiendo en esa choza, a media noche sentí el pinchazo agudo y fuerte, grité y desperté a mis hermanos, revisamos las sábanas y allí estaba el alacrán , menos mal que fue de los marrón claro y pequeños, me llevaron a la medicatura, me inyectaron suero, los días siguientes sentí un dolor fuerte en la axila del brazo afectado. Mi nona esa noche me aplicó chimó caliente, le puse fe a esa medicina natural, ella me contó las tradiciones y formas en que su mamá y abuela curaban con medicina natural, en la que el chimo se usaba con eficacia para curar varias dolencias.

No hay comentarios: