domingo, 21 de septiembre de 2008

SEMBRE MI ARBOL

SEMBRE MI ARBOL

Esta experiencia se me grabó como con tinta indeleble, trata de la actividad de la siembra de plantas en el terreno ubicado en la parte de atrás de la escuela nacional Manuel Gual en Lagunillas estado Mérida en Venezuela. El pueblo tiene cuatrocientos cincuenta años de fundada por Juan Rodríguez Suárez en la conquista de los territorios de Mérida; en el encuentro de los conquistadores españoles con estos parajes consiguieron un conjunto de tribus aborígenes que se distribuían por el área en parcialidades. Los cronistas escribieron sobre el ambiente y paisajes que observaron en el lugar: viviendas construidas con piedra, barro, carruzo y paja; alrededor de las chozas las familias poseían huertos con sembradíos de batatas, árboles frutales: caimitos, guamas, pan de año; criaban y domesticaban animales: puerco espín, lochas, lapas, picures, paujíes, palomas, pavas, pájaros; en los alrededores crecían grandes y abundantes árboles: bucares, guasitos, mamones, samanes, apamates, cedros, en un clima semi árido, bastante caluroso que agobió a los conquistadores.
El pueblo festejaba la construcción del grupo escolar, bastante amplio, que satisfacía los requerimientos de la población, fue construido con proyección de futuro, contaba con grandes patios en cementados en los que jugué, me divertí hasta el cansancio. En la terraza inferior se encontraba el área deportiva, un inmenso terraplén de tierra aplanado, en el que jugué: metras, elevé cometas, ladrón librado, quemado, baseball, fútbol, pelota de goma, batear chapitas, trompo, runche.
Durante la colonia Lagunillas se constituyó en un centro poblado importante, con influencia sobre varias encomiendas, figura jurídica mediante el cual el Rey de España le adjudicó a los encomenderos el derecho para controlar a lso aborígenes asignados para su “protección” que incluía la actividad económica, social, cultural, religiosa y su movilidad, los encomenderos podían explotar minas y las tierras para la agricultura, así Lagunillas se conformó en un poblado con varios pueblos de indios ubicados en los alrededores; los colonizadores aprovecharon el conocimiento que los aborígenes poseían sobre el cultivo de la planta de tabaco, la del cacao y la del algodón que abundaban en esa parte de la cuenca media del río Chama.
Los encomenderos introdujeron de Europa, Asía y Africa diversos cultivos y animales que ampliaron y diversificaron el ambiente y paisaje del lugar, varios tipos de hortalizas, plantas medicinales, de jardín, árboles frutales, caña de azúcar; aves, cerdos, cabras, ovejas, perro, caballos, asnos, vacas los campos alrededor del pueblo se enriquecieron y engalanaron con las nuevas especies de plantas y animales que cambiaron significativamente el paisaje.
Al fondo del terreno de la escuela la comunidad educativa dispuso la siembra de árboles para organizar el bosque escolar que mejoró el ornato de la institución y el ambiente del pueblo, en un área de cincuenta por ochenta metros, esos día me involucré con el proyecto, visité constantemente esa parte de la institución escolar, desde mi atalaya, la copa de una trinitaria siempre en flor, de pétalos morados, el árbol tenia largas y gruesas lianas con las que me balanceé, subí y bajé esta planta sin agotarme. En otras oportunidades detuve mi participación en el juego de pelota de goma para observar desde el borde de la terraza la febril actividad de los obreros, que diligentemente cuadricularon el terreno para abrir los huecos en los que sembramos los árboles. El Director del plantel, participó de forma activa, verificó que las tareas en le terreno del bosque se hicieran de la mejor manera, le quedaba tiempo para invitarnos cariñosamente y con respeto a retirarnos del lugar para evitar accidentes y distraer los obreros.
Luego en la época de la República, en la que todo cambio para nada cambiar, la rutina del pueblo se mantuvo, los encomenderos se convirtieron en los hacendados, por lo que continuaron como propietarios de las grandes extensiones; las haciendas sustentaron su propiedad en los títulos basados en las encomiendas, las mercedes, las capitulaciones y las composiciones, estas unidades de producción orientaron la producción hacia el cultivo de la caña de azúcar y sobre todo del café, otros cultivos perdieron importancia económica o porque disminuyó la demanda en el mercado.
Las haciendas se caracterizaron por las grandes extensiones de tierra, se orientaron a la siembra de un cultivo principal, vinculado con los mercados nacionales e internacionales, eran autárquicas solo se compraban los bienes de lujo; en las haciendas se sembró el café de la variedad arábiga a gran escala, planta que requirió de la sombra de árboles acompañantes para su crecimiento y fructificación, por lo que asociado a él, se sembraron árboles como: samán, cedros, apamates, guamos, caimitos, cítricos, ceibo, guayaba, por lo que el paisaje del pueblo visto desde el cerro de San Miguel, del cerro de San Benito, de la subida hacia la Trampa se manifestaba el verdor de las vegas sembradas de café y los tablones de caña de azúcar.
La maestra de primer grado nos habló en clase sobre el proyecto del bosque escolar, propuso juegos, pintura, lecturas, visitas dirigida, nos explicó la importancia del proyecto para la escuela, para el pueblo y en la vida de cada uno de mis condiscípulos; nos narró cuentos relacionados con los bosques, la fauna que los habitaba, me impresionó el mensaje de mi maestra, por lo que sembré varios árboles en el patio trasero de mi casa y en algunos parajes en el campo; dediqué mucho tiempo a jugar en el jardín de mi casa, estaba desordenado, pero interesante, en el que crecían plantas de rosas, cayenas, margaritas, granados, guayabas, limones, naranjas y limas, lo regué todos los días para que se mantuviera fresco y húmedo y las plantas no se resintieran del excesivo sol, había un gran olivo en el que mi nona mantenía amarrado un mono titi, que fue la delicias de mi barrio, con él pasábamos el tiempo riéndonos de sus maromas y muecas.
Llegó el día de la siembra, me asignaron sembrar un arbolito de acacia, la planta era pequeña, raquítica con dos o tres ramitas de las que colgaban varias hojas, me sentí orgulloso de tener mi árbol, era mayo, mes en el que por lo general llovía con más periodicidad, el sitio asignado tenía el hueco cavado, quité la bolsa de plástico que contenía la planta, coloqué en el fondo del hueco un puñado de fertilizante, sobre éste tierra y allí deposité con amor la plantica, todos los días en época escolar regué el vegetal que creció fuerte y amigable. Lo veo cada vez que paso a su lado por la calle aledaña, está allí.

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