LA CRUZ DE LAS MISIONES
Como era mi rutina en periodos de vacaciones escolares a media mañana salía de mi casa a buscar a mis amigos para divertirnos, luego de una breve discusión sobre las diferentes alternativas de aventura que se nos presentaba, escogimos visitar la Cruz de las Misiones, construida en la sima del cerro de San Miguel (Lagunillas de Mérida, Venezuela), en el punto más alto de un ramal de la serranía Sierra La Culata, que separa la cuenca de la laguna de Urao, de la cuenca de la quebrada de Caparú, en su parte más elevada este cerro tiene una altura de cuatrocientos metros, con una loma redondeada que permite el ascenso por cualquier parte que se desee. Ingresamos por el barrio de San Miguel, en la parte más al Norte de la población, en los primeros decenas de metros, por años habitantes del lugar por diversas razones han colonizado el lugar construyendo sus casas al borde de diversos caminos de tierra que se alargan y comunican entre si las diversas veredas de tierra que en zigzag suben en la montaña.
Las casas las construían picando espacios en la montaña pedregosa y arcillosa de color rojizo, el terreno lo aplanaban y nivelaban; a la arcilla cavada, le extraían la piedra, la cernía, la humedecían y le agregaban paja, batían la masa de arcilla hasta que adquiría consistencia pastosa. Colocaban la masa de arcilla en cuadros de madera con medidas aproximadas de veinticinco centímetros de largo, por doce centímetros de ancho, por ocho centímetros de de grueso, presionaban y aplanaban la masa de arcilla en los moldes, luego lo extraían del cuadro de madera y lo colocaban a secar al sol, el adobe, que de esta manera se nombraba el objeto producido, lo empleaban en la construcción de paredes y cimientos para las casas. Construían las bases de la vivienda, con las vigas de riostra y las columnas, en la construcción de la vivienda participaba toda la familia: padre, madre, hijos y familia extendida, se incluían los vecinos que se integraban de forma cooperativa y solidaria, practicaban la mano vuelta.
Al finalizar el área de las viviendas el camino se hace estrecho, sube en sig sag por la falda de la loma; observaba la flora del lugar caracterizada por arbustos de hojas angostas, cujíes, abundaban las tunas, las guazábaras que es una especie de los cactus, con la propiedad de adherirse a la ropa, penetrar la piel con solo rozarla, el lugar estaba invadido por esta planta; otra especie vegetal la pringamoza caracterizada por tener altura aproximada de cincuenta centímetros, hojas y tallos de color verde intenso, tallos suculentos y hojas anchas con el envés cubierto de pelos, que al hacer contacto con la piel producen urticaria, ardor agudo, que irrita la piel y causa dolor insoportable con duración de varios minutos, evadíamos esta planta a toda costa; crecía el cactus arbóreo con altura de tres y cuatro metros, estas plantas se utilizaban para la construcción de viviendas y muebles, arte que tiene su origen en la época histórica de la colonia.
Se conseguían castañetas y cujíes achaparrados que resisten la sequía del lugar; la fauna también es escasa en la que resaltan paraulatas, halcones, sarnícalos, búhos, cucaracheros, palomas, perdices; abundan los reptiles, varias especies de lagartijas, tutecas, culebras venenosas, culebras cazadoras, iguanas.
La vista desde la altura del cerro es impresionante, permite la visual de la cuenca de la laguna de Urao, con la inmensa planicie que la forma, se divisa en su totalidad el pueblo de Lagunillas, parte del cañón del Chama en la parte media, la llanura de la huerta con los diversos cultivos y parte de las montañas de la sierra La Culata y la sierra Nevada de Mérida.
Recuerdo la vez que escuché el rumor del accidente sufrido por un operario de la energía eléctrica al realizar el servicio de mantenimiento a una guaya de electricidad de alto voltaje, recibió la carga mortal que lo mató de forma inmediata, corrí hasta el lugar repleto de curiosos que en romería veían el cuerpo colgando de los arneses de seguridad en la torre, recuperado el cadáver, las personas regresaron a sus casas y trabajos, el accidente me causó fuerte impacto, observé la muerte por primera vez en su acción segadora de vida, se inició mi temor por la parca, desde ese momentos adquirí un fuerte instinto de conservación y precaución.
En la loma, el pueblo construyó la Cruz de las Misiones, se llama así porque fue el resultado de la campaña de la Iglesia Católica, por intermedio de la Orden de los Capuchinos, que llegaron al pueblo para motivar e integrar la población en la búsqueda de valores y renovar la fe cristiana, la celebración de la campaña de las misiones se conmemoró con la construcción de una inmensa cruz de concreto en el sitio estratégico del cerro de San Miguel, para el logro del cometido la población debió vencer difíciles retos, puesto que las dimensiones de la obra civil exigían abundante material de construcción; los camiones solo llegaban hasta la base de la montaña, otro tanto ocurría con el agua que había que trasladarla hasta la sima de la montaña.
Para un pueblo motivado y organizado no existen limitaciones que no puedan vencer y así ocurrió en esa oportunidad, miles de personas de de todas las edades, actividades laborales, clases sociales, creencias políticas se unieron al unísono para trasladar los materiales requeridas para la obra. Me encontraba entre los más entusiastas, cargué granzón, arena fina de río, potes llenos de agua, me sentí orgulloso al colaborar con tan magna obra, subí y baje la cuesta de la montaña cientos de veces, estoy seguro que conseguí el derecho a ingresar al cielo sin importar lo que haga en adelante.
Como era mi rutina en periodos de vacaciones escolares a media mañana salía de mi casa a buscar a mis amigos para divertirnos, luego de una breve discusión sobre las diferentes alternativas de aventura que se nos presentaba, escogimos visitar la Cruz de las Misiones, construida en la sima del cerro de San Miguel (Lagunillas de Mérida, Venezuela), en el punto más alto de un ramal de la serranía Sierra La Culata, que separa la cuenca de la laguna de Urao, de la cuenca de la quebrada de Caparú, en su parte más elevada este cerro tiene una altura de cuatrocientos metros, con una loma redondeada que permite el ascenso por cualquier parte que se desee. Ingresamos por el barrio de San Miguel, en la parte más al Norte de la población, en los primeros decenas de metros, por años habitantes del lugar por diversas razones han colonizado el lugar construyendo sus casas al borde de diversos caminos de tierra que se alargan y comunican entre si las diversas veredas de tierra que en zigzag suben en la montaña.
Las casas las construían picando espacios en la montaña pedregosa y arcillosa de color rojizo, el terreno lo aplanaban y nivelaban; a la arcilla cavada, le extraían la piedra, la cernía, la humedecían y le agregaban paja, batían la masa de arcilla hasta que adquiría consistencia pastosa. Colocaban la masa de arcilla en cuadros de madera con medidas aproximadas de veinticinco centímetros de largo, por doce centímetros de ancho, por ocho centímetros de de grueso, presionaban y aplanaban la masa de arcilla en los moldes, luego lo extraían del cuadro de madera y lo colocaban a secar al sol, el adobe, que de esta manera se nombraba el objeto producido, lo empleaban en la construcción de paredes y cimientos para las casas. Construían las bases de la vivienda, con las vigas de riostra y las columnas, en la construcción de la vivienda participaba toda la familia: padre, madre, hijos y familia extendida, se incluían los vecinos que se integraban de forma cooperativa y solidaria, practicaban la mano vuelta.
Al finalizar el área de las viviendas el camino se hace estrecho, sube en sig sag por la falda de la loma; observaba la flora del lugar caracterizada por arbustos de hojas angostas, cujíes, abundaban las tunas, las guazábaras que es una especie de los cactus, con la propiedad de adherirse a la ropa, penetrar la piel con solo rozarla, el lugar estaba invadido por esta planta; otra especie vegetal la pringamoza caracterizada por tener altura aproximada de cincuenta centímetros, hojas y tallos de color verde intenso, tallos suculentos y hojas anchas con el envés cubierto de pelos, que al hacer contacto con la piel producen urticaria, ardor agudo, que irrita la piel y causa dolor insoportable con duración de varios minutos, evadíamos esta planta a toda costa; crecía el cactus arbóreo con altura de tres y cuatro metros, estas plantas se utilizaban para la construcción de viviendas y muebles, arte que tiene su origen en la época histórica de la colonia.
Se conseguían castañetas y cujíes achaparrados que resisten la sequía del lugar; la fauna también es escasa en la que resaltan paraulatas, halcones, sarnícalos, búhos, cucaracheros, palomas, perdices; abundan los reptiles, varias especies de lagartijas, tutecas, culebras venenosas, culebras cazadoras, iguanas.
La vista desde la altura del cerro es impresionante, permite la visual de la cuenca de la laguna de Urao, con la inmensa planicie que la forma, se divisa en su totalidad el pueblo de Lagunillas, parte del cañón del Chama en la parte media, la llanura de la huerta con los diversos cultivos y parte de las montañas de la sierra La Culata y la sierra Nevada de Mérida.
Recuerdo la vez que escuché el rumor del accidente sufrido por un operario de la energía eléctrica al realizar el servicio de mantenimiento a una guaya de electricidad de alto voltaje, recibió la carga mortal que lo mató de forma inmediata, corrí hasta el lugar repleto de curiosos que en romería veían el cuerpo colgando de los arneses de seguridad en la torre, recuperado el cadáver, las personas regresaron a sus casas y trabajos, el accidente me causó fuerte impacto, observé la muerte por primera vez en su acción segadora de vida, se inició mi temor por la parca, desde ese momentos adquirí un fuerte instinto de conservación y precaución.
En la loma, el pueblo construyó la Cruz de las Misiones, se llama así porque fue el resultado de la campaña de la Iglesia Católica, por intermedio de la Orden de los Capuchinos, que llegaron al pueblo para motivar e integrar la población en la búsqueda de valores y renovar la fe cristiana, la celebración de la campaña de las misiones se conmemoró con la construcción de una inmensa cruz de concreto en el sitio estratégico del cerro de San Miguel, para el logro del cometido la población debió vencer difíciles retos, puesto que las dimensiones de la obra civil exigían abundante material de construcción; los camiones solo llegaban hasta la base de la montaña, otro tanto ocurría con el agua que había que trasladarla hasta la sima de la montaña.
Para un pueblo motivado y organizado no existen limitaciones que no puedan vencer y así ocurrió en esa oportunidad, miles de personas de de todas las edades, actividades laborales, clases sociales, creencias políticas se unieron al unísono para trasladar los materiales requeridas para la obra. Me encontraba entre los más entusiastas, cargué granzón, arena fina de río, potes llenos de agua, me sentí orgulloso al colaborar con tan magna obra, subí y baje la cuesta de la montaña cientos de veces, estoy seguro que conseguí el derecho a ingresar al cielo sin importar lo que haga en adelante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario