jueves, 22 de mayo de 2008

CAMINATA CACUTE-ALTOS DE CACUTE- LA ENSILLADA -PARAMO EL ESCORIAL - LA CULATA











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Una ruta hermosa por la belleza del paisaje y el grado de dificultad del camino es la que se corresponde con: Cacute – Altos de Cacute – La Ensillada - El Páramo El Escorial – La Culata; forma parte del empeño y esfuerzo enfocado en recorrer los caminos que atraviesan el estado Mérida, con el afán de darlos a conocer a los interesados y simpatizantes de la caminata.
“Cacute. altitud 2.407 m.s.n.m, temperatura media 16.5 ºC, distancia a Mérida 32km. Es un lugar con características de trabajo, laboriosidad y riqueza, que se refleja en la idiosincrasia y costumbres de sus pobladores. En esta aldea se pueden encontrar muchas casas viejas que han sido reacondicionadas para prestar servicios a los flujos de turistas que visitan este lugar. A la orilla del río Chama, que corre torrentoso junto a la carretera, es posible poder divertirse en un sitio acogedor como es el Parque Alberto Carnevali, que se encuentra antes de llegar a Mucurubá. Este es un lugar donde el turista puede disponer desde estacionamiento, quioscos, servicios sanitarios y cafetín, bajo la sombra acogedora de los árboles y junto a las aguas frescas y rumorosas del río.
Se encuentra a 2027 metros sobre el nivel del mar, a una distancia de 25 kilómetros de Mérida en la vía Transandina, entre las poblaciones de Tabay y Escagüey. El pueblo está formado por una sola calle, que parte de la vía principal, alrededor de la cual se ubican las viviendas, de techos de teja y paredes de colores recios, ocupando un espacio de tierra muy reducido, limitado por la vía principal, el cauce bastante pedregoso del río Chama y la quebrada de Castro que pasa por las cabeceras del pueblo. La tranquilidad y sosiego que resuma el lugar es acentuada por la majestuosidad del paisaje, los cantos de las aves y las nubes viajeras, que se refleja en las ondas cantarinas del río Chama.

El trigo se cultivaba en Venezuela desde el siglo XVI. Hacia 1883 en Mérida, entonces Sección Guzmán, había unos 68 molinos de trigo, ubicados en las tierras altas del páramo de Mucuhíes y en los pueblos del Sur. Algunas casas han sido remodeladas recientemente respetando los patrones de la arquitectura tradicional de los Andes, como los pisos de ladrillo quemado y los tejados de anchos aleros que algunas veces se apoyan en soleras y columnas de madera de teca, formando corredores techados, por donde pasan los transeúntes. Caminamos por su calle de belleza inefable, a esta hora de la mañana y visitamos una hermosa capilla de gran tamaño, dedicada al Santo Niño de Cacute, la cual se encuentra en el centro del poblado. En frente de ésta se halla la diminuta Plaza Bolívar, en cuyo centro se eleva un viejo ciprés de tallo retorcido y leñoso.

Cuenta la leyenda que hace casi dos siglos, en el año de 1800, el fundador del pueblo Don Manuel Valero Pacheco, se consiguió la figura del niño en una choza de un indio, por allá por Cacute Alto. La imagen lucía sucia y llena de hollín y los indios pensaban que se trataba sólo de un muñeco. Don Manuel se dio cuenta inmediatamente de que se encontraba ante la imagen muy valiosa de un Niño Jesús e inmediatamente la llevó a su casa donde la colocó en un sitio especial para venerarla, después de haberla limpiado. Con el transcurrir de los años, la gente fue venerando a esta imagen sagrada y empezó a obrar milagros, por lo cual el pueblo le construyó una pequeña capilla en 1937.

Debido a la gran afluencia de visitantes que veneraban al Santo Niño, la capilla se hizo insuficiente, y entonces fue necesario levantar otra capilla más grande para dar cabida a tanta gente. La capilla donde se aloja el Santo Niño actualmente fue construida en 1973 y recibió la bendición el 14 de enero de 1978. Entre los milagros que se le atribuyen al Niño de Cacute, se cuenta que en 1924, el pueblo corría grave peligro por las aguas crecidas de la quebrada de Castro, que amenazaban con inundarlo. La gente acudió a la capilla a solicitar la intervención milagrosa del niño, pero ésta se encontraba cerrada y nadie podía entrar. Entonces el dique que contenía la quebrada se reventó y gracias a esto se salvo toda la población. Un poco más tarde pudieron entrar algunos pobladores a la capilla y observaron que el niño se encontraba mojado.
La población de Cacute se encuentra en los límites de la parroquia del mismo nombre, la cual depende del Municipio Rangel. Tiene una población de 1.297 habitantes, muchos de los cuales viven en las aldeas Cacute Alto, La Ciénaga, Cacutico y La Granja. El pueblo cuenta además con una hermosa posada, llamada Posada Casa Grande, con 7 habitaciones muy confortables. Es una casona vieja recientemente remodelada, con amplios corredores y un patio central muy acogedor. El olor de las tapias de adobes, la madera de teca de los cuarterones y cumbreras así como el techo de caña le dan a los aposentos una atmósfera del pasado, difícil de encontrar en las ciudades”.

Cortesía dehttp://www.saber.ula.ve/cgi-in/be_alex.exe?Acceso=T016300001485/50&Nombrebd=saber

Desde esta población se asciende por lo menos por dos rutas hasta la Ensillada, la que se describe se inicia en la Posada Don Felipe, por una carretera que en algunos tramos es de tierra y en las subidas con mucha pendiente está revestida de concreto que conduce hasta el Alto de Cacute; por la vía hasta el sitio anterior se recorre por varios tipos de vehículos se recomienda el empleo de aquellos con doble tracción.

La ruta es apropiada para el paseo en caballo; así como para la caminata por cuanto, presenta ascensos prolongados y con elevada pendiente, que se intercalan con trechos de descanso, se extiende por aproximadamente veinte kilómetros, por lo tanto exigen del caminante esfuerzo y constancia, que consume abundantes calorías sin que el caminante esté en riesgo su salud por esfuerzo extremo; esta caminata puede hacerse en familia, que incluye a niños, adultos y personas de la tercera edad; La ruta es segura en cuanto a la vigilancia policial y las personas que por ella transitan, también la calidad de los habitantes de esas comunidades.

En el punto llamado el Alto de Cacote la ruta, se desvía por una carretera más angosta de uso exclusivo de vehículos de doble tracción, en la hondonada se consigue con un manantial de aguas limpias y apropiadas para un baño refrescante; la carretera conduce a la unidad de producción agropecuaria en la que se producen: flores, hortalizas, criadero de perros Coolíes. Desde esta unidad agropecuaria se continúa por un camino apto solo para el traslado de bestias y de personas, se encuentra en regular condición en algunos trechos requiere de mantenimiento, no obstante está bien definido y no presenta riesgo de pérdida, si se continua conduce a La Ensillada a una altura aproximada de 4000 m.s.n.m, esta ruta presenta la característica que ha sido recortado de la montaña, esto permite observar el perfil del suelo en un largo trayecto, mostrando las propiedades físicas del mismo. Se observa abundante mineral de talco, al llegar a la Ensillada se logra una visual que permite divisar un largo trayecto del cañón del Chama, que va desde Escaguey hasta Apartaderos, con las cúpulas del Observatorio Astronómico. Desde la Ensillada se sigue el camino que lleva y atraviesa el páramo El Escorial, desde donde se desciende hasta La Culata en El Valle Grande.

Esta ruta se constituyó desde la época de la Colonia en un importante troncal del Camino Real o Camino Nacional que llevaba desde La Culata, Tucaní, hasta el puerto de Gibraltar; mediante esta alternativa se transportaban personas y bienes desde Cacute y sus alrededores, evitando realizar largos y penosos recorridos por otras opciones.

Hasta 1920 estos páramos produjeron abundantes cantidades de trigo, además de hortalizas y verduras que eran llevadas a Maracaibo, el Caribe y las Antillas; la elevada producción de trigo fue disminuyendo hasta que desapareció como cultivo importante desde el punto de vista económico, debido a la cada vez crecientes importaciones del rubro desde Estados Unidos, Canadá y Argentina, se agrega la disminución de la productividad en razón de las deficientes practicas agrícolas de los agricultores de los Andes venezolanos.

Retomando el recorrido de La Ensillada, páramo El Escorial, La Culata se requiere de una persona que conozca perfectamente el camino; se exige de ropa apropiada para alturas que llegan a más de cuatro mil metros; prepararse para acampar en La Ensillada o en el páramo El Escorial, si el desplazamiento es lento se requiere de dos días de travesía como mínimo.

Escuque cuenta con diversidad de posadas con precios solidarios, restaurantes; en Los Altos de Escuque se encuentra un hotel de cuatro estrellas con todos los servios que lo hacen apto para garantizar la estadía y disfrutar de la paz y la armonía.

A continuación se describen aspectos relacionados con las prácticas y actividades propias de los arreos de mulas; La caminata por esta ruta permite describir un medio de transporte empleado con intensidad en los andes venezolanos como es: el arreo de bestias (mulas, machos, asnos, caballos) y que fue desplazado de manera violenta por el empleo de vehículos que se desplazan por las diversas carreteras que existen en los andes y sus zonas de influencia, al respecto se cita la obra de Velásquez Nelly. 1995. Población Indígena y Economía. Universidad de los Andes. Consejo de Publicaciones. Mérida. Venezuela.
“La segunda red comercial tenía como centro el puerto de Gibraltar, localizado en las cercanías de la desembocadura del río Chama. Por esta vía se realizaba el intercambio comercial de los pobladores de Mérida y Barinas, incluyendo el tráfico de mercaderías… El comercio de mercancías entre Mérida y Gibraltar se canalizaba a través de dos vías de comunicación: la fluvial a través del río Chama y la terrestre conformada por el camino de recuas que saliendo de Mucuchíes atravesaba el páramo, comunicaba al pueblo de la sal ( Piñango) con Torondoy y llega hasta Gibraltar ( Parra1984: 122- 124) Este camino real enlazaba a Mérida con Barinas y se bifurcaba en Apartadero, donde uno de sus ramales canalizaba el tráfico comercial que desde Barinas y Pedraza se dirigía la puerto de Gibraltar. “P 28-29
(Velásquez. 1995) “El Circuito Económico de la Provincia de Mérida.
El puerto de Gibraltar fue el lugar d enlace con el comercio monopólico de la red comercial de la provincia de Mérida. Internamente se generó un conjunto de redes de comunicación y comercio al cual se insertaron los pueblos de indios y sus resguardos asegurando así, la producción y la circulación de los productos comercializados.

Una primera red se estableció en el sector del camino real que comunicaba a la ciudad de Mérida con Barinas y se bifurcaba en Mucuchíes con dirección al puerto de Gibraltar. Esta primera red se estableció a partir del flujo generado por la intensidad del comercio del tabaco y la importación y distribución de mercaderías procedentes de Castilla (hierro, vinos, aceite, herramientas agrícolas, peines y agujas). A los rubros de importación se sumaban productos agrícolas de la zona caliente de la provincia de Mérida como el cacao y la sal que se traía de inmediaciones de Maracaibo. Por esta vía se efectuaba el abastecimiento de productos alimenticios desde Mérida a Maracaibo, la cual a la infertilidad de las tierras donde fue fundada, dependía de las comarcas aledañas para su sustentación (Arellano Moreno, 1964:464)

En las actividades de producción, transporte y servicios que requería el flujo de productos en esta red comercial participaba un conjunto de pueblos de indios, divididos a su vez en tramos, en cada uno de los cuales se había generado una especialización de trabajo. En el tramo comprendido entre Barinas y los centros de almacenamiento que se encontraban ubicados en Santo Domingo y Pueblo Llano ( Ruiz,985:38 – 39) encontramos que los pueblos de la concepción el Cura y Pedraza realizaban las tareas de rozar, hacer almácigos, limpiar la tierra, aporcar, deshija, sacar gusano, despalillar y enrollar. Es decir estaban dedicados al conjunto de labores requeridas para el cultivo y la cosecha del tabaco hasta dejarlo listo para su transporte hacia otras zonas. Los indígenas de los pueblos de Chachopo y santo Domingo participaban en la fabricación de petacas, en le embalaje y el transporte del tabaco.

La visita de 1655 reseña que en el tramo que comunicaba a los centros de almacenamiento del tabaco con el puerto de Gibraltar, el grueso de la población indígena de Chachopo intervenía en le transporte del tabaco, por medio del reemplazo de las cuadrillas de arrieros que se realizaba en dicho pueblo, el cual se encontraba equidistante tanto de los centros de producción como de exportación. A lo largo de esta misma vía se encontraba entrelazado el Pueblo de la sal (Piñango). Torondoy y tucán que participaban en la construcción y mantenimiento del camino de recuas que seguía hasta el puerto d Gibraltar, De igual manera estos poblados aportaban los recursos alimenticios y otros bienes y servicios que requería el intenso tráfico comercial de la zona.

Otro autor que describe rutas relacionadas con el Camino Real y aspectos que intervenían en su funcionalidad es Paredes, Huggins. Nelson.1984. Validad y Comercio en el Occidente Venezolano. Editorial Tropikos. Caracas. p.53.

Los caminos de recuas. Los caminos de recuas constituían la base de las comunicaciones terrestres del hinterland marabino. Ello se explica porque ese tipo de vía significaba la respuesta vial menos exigente que, en ese contexto sociohistórico, podía darse a los obstáculos presentados por el medio físico a las comunicaciones, especialmente en el caso del relieve montañoso andino. En efecto el trazado de esos caminos muestran una marcada adecuación pasiva con respecto al medio físico. Ello se expresa en el hecho de que en la construcción de los mismos no se requería, generalmente de trabajos de preparación, ni de infraestructura y superestructuras viales (alcantarillas, puentes, calzadas con suelos firmes, etc)

Como es fácil de deducir, la carencia de infraestructura y superestructuras viales colocaba a los caminos de recuas en una situación d extrema sujeción a los factores climáticos. Las lluvias, por ejemplo, los deterioraban considerablemente haciendo el trafico más penoso y peligros, especialmente en aquellos trayectos se formaban barrizales. Según parece la técnica de revestimiento mediante el empedrado (puesta en práctica durante el período colonial), parecía emplearse solamente en la cobertura de las calles principales de centros poblados importante. Por lo general, y a pesar de que en algunos sitios quedaban porciones del empedrado colonial, se procedía a procedimientos rudimentarios para tratar de remediar ese obstáculo. Así por ejemplo en el caso que descendía hasta la Azulita (Mérida), los trayectos fangosos se cubrían con planchas de madera sobre palos redondos a objeto de posibilitar un mediano tráfico.

Por otra parte la virtual ausencia de puentes obligaba a vadear los ríos en puntos precisos. En algunos sitios especialmente en los andes se utilizaba la tarabita, mientras que en las tierras bajas se utilizaban las canoas y las balsas, a las cuales en algunos casos, se dirigían por medio de un cable de alambre anclado en ambas orillas.

De lo expuesto anteriormente, se desprende que los caminos de recua, a parte de la sujeción a los factores climáticos, debían seguir pasivamente las formas del relieve. Por ese motivo, el recorrido de sus trayectos montañosos obligaba a realizar ascensos y descensos de suma penuria y peligrosidad, ya que en la mayoría de los casos, ni siquiera se habían repartido las pendientes en trayectos más o menos largos que evitaran las inclinaciones superiores al 12 por ciento.

Cobertura Geográfica de los Caminos de Recuas.

Si bien es cierto que estas vías constituían, en ese contexto sociohistórico, la repuesta vial menos exigente que podía darse al obstáculo orográfico, no debe pensarse por ello que tales caminos eran exclusivamente vías de montaña. En efecto, las recuas se utilizaban también en los desplazamientos sobre terrenos planos o poco accidentados que, en principio. Parecían más apropiados para el empleo de la carreta. La poca o ninguna utilización de ese vehículo se explica, sin embargo, por las siguientes razones:

1) En primer lugar por cuanto el cambio de características de una vía (el camino de montaña que se continuaba como camino de llanura), no implicaba el trasbordo de la carga de las recuas a las carretas. Esa ruptura de carga no resultaba económica debido a que la distancia a recorrer hasta el Lago de Maracaibo 8 o hasta alguno de sus afluentes), era relativamente corta.

2) En segundo lugar, la ausencia de puentes y de calzadas de suelo firme, hacía que muchos caminos de llanura fuesen transitados mayormente por recuas en virtud de lo anegadizo del terreno, por una parte, y de la mayor dificultad confrontada para el cruce de las quebradas, por la otra.

Lo expuesto anteriormente sirve para explicar el hecho de que los caminos de recuas eran las vías terrestres que alcanzaban la mayor cobertura geográfica. Posibilitaban, por un lado, las comunicaciones entre la región andina y el sistema de navegación fluvio-lacustre; y, por el otro, las comunicaciones entre este último y el sistema de navegación del Orinoco. De igual modo, eran los encargados de comunicar la Depresión de Carora con los Andes y con el Lago de Maracaibo.

Ahora bien de acuerdo a la magnitud de los flujos de circulación de bienes que se detectaron, las comunicaciones entre la región andina y el sistema de navegación fluvio-lacustre constituían la más importante función desempeñada por las vías de recuas. No es de extrañar, pues, que tal modo como se aprecia, la mayoría de esos caminos, por no decir que todos, comunicaban las tierras altas de los Andes con la Depresión lacustre. Esa comunicación se hacía entre los centros de producción andinos y los puertos fluviales y lacustres, o entre esos caminos y las estaciones

Esa comunicación se hacía entre los centros de producción andinos y los puertos fluviales y lacustres, o entre esos caminos y las estaciones Ferroviarias. Esto último se explica por el hecho de que las Ferrovías existentes, como se verá más adelante, conducían a algún puerto del sistema de navegación ya mencionado.

Con respecto a la vinculación posibilitada por las vías de recuas entre los dos grandes sistemas de navegación interior del país, hay que señalar que tal vinculación resultaba del eslabonamiento que se producía entre los caminos que comunicaban a los Andes con la Depresión lacustre y los que conectaban a dichos Andes con el Alto Apure y el Piedemonte andino –llanero. Ello era posible por el echó de que los caminos de una y otra vertiente se entroncaban con la denominada ruta interior longitudinal de los Andes, la cual permitía la única comunicación terrestre posible entre el anden lacustre y la Depresión del Táchira, y entre esta última y la Depresión de Carora. Esa ruta denominada también “Camino Nacional”, fue la que se eligió posteriormente para la construcción de la gran carretera Trasandina. El recorrido de la misma implicaba el paso por los valles de Motatán, Chama, Mocotíes, La Grita, Río del Valle y Troves.

En lo atinente a la importancia que, desde el punto de vista comercial, tenía la conexión entre la Depresión lacustre, por un lado, y el Alto Apure y el Piedemonte andino-llanero, por el otro, la información acopiada hace pensar que el tráfico más relevante lo constituía el arreo de ganado en píe desde el Llano. Los caminos más importantes eran los siguientes: Gusdualito- San Cristóbal vía Selva de San Camilo. San Antonio de Caparo- san Cristóbal vía Pregonero. Barinas- Valera vía Pueblo Llano y Guanare- Bocono vía Biscucuy.

Por lo que concierne a los caminos de recuas que comunicaban la banda oriental del Lago con la Depresión de Carora y, a esta última, con la región andina, su importancia comercial parecía residir, por una parte, en el comercio exterior que algunas localidades del norte de Trujillo hacían por La Vela (vía Carora) o por Puerto Cabello (vía Barquisimeto); y, por la otra, en el comercio interregional que se daba entre esos espacios.

No obstante la amplia cobertura geográfica que, desde el punto de vista vial, posibilitaban los caminos de recuas, debe tomarse en cuenta que la ya anotada carencia de infraestructura y superestructuras adecuadas los coloca, en las tierras bajas, en una situación de inferioridad con relación a las vías que resultaban muy poco expeditas: en efecto, si bien es cierto que el transporte por recuas no podía competir allí con las ferrovías, y mucho menos con vías acuáticas como el Lago y algunos tramos de sus principales afluente, resulta interesante observar que tampoco podrían hacerlo con tramos fluviales de muy difícil navegación, ni con rutas mixtas cuya porción terrestre fuese particularmente difícil. Al respecto, resulta pertinente consignar los casos de Machiques y de Zea.

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