domingo, 25 de mayo de 2008

HOMENAJE POSTUMO AL MONTAÑISTA IÑAKI OCHOA







Rendimos sincero homenaje al senderista Iñaki Ochoa (español), consagrado senderista que tras la búsqueda del honor y la gloria desafió la montaña, el destino y la vida. Enfrentó sus miedos y temores en la búsqueda de la ventana, el pasadizo hacia el éxito.
Desde este humilde blog, expresamos a la familia de este consumado deportista, a sus amigos y a sus admiradores nuestro sentido pésame, en la seguridad que Iñaki, se encuentra escalando las montañas más altas en el cielo, junto a otros alpinistas que le antecedieron en el inexorable viaje a la eternidad.
Paz a sus restos en la montaña
El destino de Iñaki Ochoa de Olza Seguín (Pamplona, 29-5-1967) era la montaña si se tiene en cuenta que nació el mismo día justo 14 años después de que Hillary y Norgay hollaran el Everest.
Muy pronto, a los 10, completó en compañía de su padre, Iñaki, la primera ascensión en los Pirineos, concretamente el Lakartxela de Belagua (1.935 m). Desde la cima, pudo contemplar el Pico de los Buitres y el Ori y descubrir una increíble sensación que le atrapó siendo un niño. Tenía el horizonte debajo sus pies.
Iñaki Ochoa de Olza conoció en mayo del 90 qué es pelearse con un ochomil. Tenía sólo 22 años y el Kanchenjunga le ganó la batalla por una tormenta de nieve a 8.000 metros. Era el benjamín de un grupo formado por Koldo Aldaz, Juan Tomás, Pedro Javier Larregui y Juan Ramón Cebrián, y para entonces dominaba las rutas clásicas de los Alpes y Pirineos. Dos años después se uniría a la aventura del asalto a la montaña más alta del planeta, el Everest. Se le resistió a 300 metros por problemas en un ojo, algo que no sucedería la temporada siguiente en el Cho Oyu. Con 26 años, lograba en solitario su primer ochomil, al que irían sucediendo otros catorce más. Los diez últimos, desde 2001.

El mayor de tres hermanos, fue instructor en la Escuela Navarra de Alta Montaña y guarda en el refugio de Belagua (de 1990 a 1993) aparte de alpinista profesional. En su historia quedan grabados con letras de oro 12 de los 14 ochomiles (sólo se le han resistido el Kangchenjunga y el Annapurna); 30 expediciones al Himalaya (6 no patrocinadas, 11 patrocinadas y 13 como trabajador, bien de cámara de altura bien de guía); y más de 200 charlas, conferencias y proyecciones audiovisuales. Todo ello, en 19 temporadas como alpinista. Por encima de 8.000 metros estuvo 29 veces y en 1995 se convirtió en el primer español en subir un ochomil en 24 horas.
Escritor y fotógrafo, su historia quedará marcada por sus gestas en el Himalaya, pero su gusto por la montaña se extendía a todas sus facetas como el esquí, la escalada tradicional, la escalada en hielo o las carreras de montaña.
Tenía registrados en las últimas temporadas dos millones de metros de desnivel ascendidos, de los que 35.000 fueron el pasado mes de febrero. Su actividad física al año, en el que pasaba 300 días fuera de casa, oscilaba entre las 900 y 1.000 horas.
Sin duda, un auténtico fuera de serie del deporte.
http://www.diariodenavarra.es/20080524/deportes/en-19-campanas-como-alpinista-inaki-habia-completado-30-expediciones-himalaya.html?not=2008052402145948&idnot=2008052402145948&dia=20080524&seccion=deportes&seccion2=masNavarra&chnl=20
Antes de conocer a Iñaki Ochoa de Olza creía que los himalayistas eran tipos sofisticados, por supuesto patrocinados, pagados de sí mismos. Muchos obedecen a éste perfil, es cierto, aunque Iñaki se encargó bien pronto de romper estos estereotipos. En el monte, viajaba con camisetas descoloridas, guantes sospechosamente ajados y mallas agujereadas. Un profesional sin contrato, ingresos ni logotipos que lucir. Un tipo ajeno al qué dirán. Vivía en el límite de lo que la austeridad da de sí, pero pronto supe que las ropas que le vestían eran, en realidad, trofeos: un gorro regalado por un famoso alpinista norteamericano, las mallas de un escalador mexicano, las gafas de un ruso?
"Toda la vida suplicando un patrocinio, y ahora que lo tengo me mandan tanta ropa que no me da tiempo ni a abrir las cajas", se reía recientemente. Pero un año antes, tuvo que renunciar a las carreras de esquí de montaña porque no podía asumir el coste de las inscripciones. Después de 20 años escalando 'ochomiles', alguien se dio cuenta de que el hombre merecía una ayuda y, de pronto, se vio con dos patrocinadores dispuestos a invertir en él, amén de un fabricante de material que le inundaba la casa con chaquetas de pluma. "Y, encima, me sobrán unos dos mil euros al año para mis cosas", se partía de risa.
Mientras, trabajó como guía en el Himalaya, mandando en dos ocasiones a paseo y sin despeinarse a sus impresentables jefes. "Mejor libre y pobre, que con dinero y amargado", solía decir. Difícil conocer a una persona más despreocupada ante las grandes incógnitas de lo cotidiano: ¿me compraré un todoterreno? ¿Llegaré a fin de mes? ¿Me renovarán el contrato? ¿Tendré plaza de garaje? La vida a salto de mata fue una constante en la existencia de Iñaki Ochoa, al que sólo una vez vi angustiado: operado de una rodilla, temía no restablecerse a tiempo para acudir a su cita con el Himalaya.
En las bodas de sus amigos, reunía una camisa de un hermano, los zapatos del otro, y sus vaqueros preferidos y acudía "disfrazado" a la ceremonia conduciendo el Nissan Micra más exprimido de la historia. Para las ocasiones especiales, llegó a comprarse una camisa?pero de un fabricante de ropa de montaña, por si las moscas. A fuerza de verle en la montaña, costaba ubicarle en otras coordenadas, pero siempre se despedía de sus amigos navarros cenando un bocadillo en el bar Zokoa.
Nunca le tuvo aprecio al Annapurna, la montaña en la que falleció su amigo Anatoli Boukreev. "Es una cima traidora", dijo al poco de renunciar en su cara norte el pasado año. Una placa será colocada en su recuerdo. Hará compañía a la que sirvió para despedir a Boukreev. http://www.elpais.com/articulo/deportes/cima/traidora/elpepudep/20080523elpepudep_9/Tes

GONZALO CABEZA - MADRID - 23/05/2008 00:00
Iñaki Ochoa de Olza es un experimentado escalador y en su carrera ha sido capaz de hollar doce de las catorce cimas más altas del mundo, pero ahora se encuentra en peligro. El Annapurna le tiene atrapado a 7.400 metros de altura y padece problemas físicos serios que dificultan su rescate.
Las últimas informaciones sobre él afirman que ha tenido problemas cerebrales que le impiden andar. También sufre congelaciones en las manos. Junto a él, está el rumano Colibasanu, que le está asistiendo como puede.
En las últimas horas, un escalador suizo ha podido llegar a su posición para administrarle las medicinas que un grupo de médicos le aconseja desde la distancia. De momento, ha reaccionado bien a los medicamentos, pero su situación sigue siendo grave. También varios escaladores están intentando acudir en su ayuda.
No era la primera vez que Iñaki Ochoa intentaba la ascensión a este temido pico. El año pasado ya estuvo allí, pero tuvo que volverse sin conseguir su objetivo. En aquella expedición, le acompañaba Edurne Pasaban. La alpinista que lleva diez ochomiles a su espalda conoce bien a Iñaki. Es una persona muy fuerte, uno de los escaladores con mayor capacidad física, es probable que otro no hubiese sobrevivido tanto en su situación, afirma. La alpinista también sabe lo que es estar en dificultades en una montaña. En su caso, fue el K2 el que le pasó factura en una expedición con Juanito Oiarzabal en 2004. Sufrió congelaciones y le tuvieron que amputar dos falanges de los dedos de los pies. Ahora lo está pasando mal por la situación que atraviesa su amigo. Conoce de primera mano el sufrimiento en situaciones límite.
El lugar en el que está no es una ruta normal, es de difícil acceso y desde allí será muy difícil que pueda bajar con las manos congeladas y problemas para andar, comenta Pasaban, que no pierde la esperanza porque Iñaki es muy fuerte y nunca va a tirar la toalla. A pesar de eso, admite que es muy complicado que pueda bajar si no se recupera: Tiene que estar muy mal para no haber bajado ya por sus propios mediosporque tiene mucho coraje.
El Annapurna
No es de mis montañas preferidas, eso debo reconocerlo. Es peligrosa en extremo debido a las avalanchas de la cara norte y demasiado difícil técnicamente por la cara sur. En ella, perdió la vida mi querido amigo Anatoli Boukreev.
Estas palabras son del montañero Iñaki Ochoa de Olza. Las escribió antes de encaminarse a la montaña que hoy le reta, en la que se debate a vida o muerte. El Annapurna no es uno de los ochomiles más altos, sólo alcanza los 8.091 metros, pero sí uno de los más peligrosos.
Todas las montañas tienen su historia, pero la del Annapurna es especialmente dura de escuchar. Allí las condiciones siempre son difíciles, sentencia Pasaban.
http://www.publico.es/104283/ochoa/paralizadoa/7400/metros

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